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Desde el punto de vista climático, proteger los océanos es como construir paneles solares y sacar los automóviles de la carretera.
A menudo nos olvidamos del enorme poder de la naturaleza, como el de bosques y océanos, para ayudar a mantener el clima estable. Y esto hace que no la cuidemos tan bien como deberíamos. Así que tenemos que elegir si proteger o saquear los océanos para decidir en gran medida cómo va a evolucionar el cambio climático.
Para entenderlo, vamos a sumergirnos en el mar y ver cómo está todo conectado
Las microscópicas plantas marinas engullen CO2
Los océanos son increíblemente buenos para extraer dióxido de carbono del aire y encerrarlo en las profundidades. Este proceso comienza cuando pequeños organismos vegetales flotantes llamados fitoplancton succionan dióxido de carbono del aire a medida que crecen.
Después, otros animales (como el kril) comen el fitoplancton, y luego otros animales (como las ballenas) se comen a su vez a esos animales. De esta forma, el carbono se mueve a través de la cadena alimentaria hasta que un animal muere y se hunde en el fondo del mar.
Aunque es invisible a simple vista y probablemente nunca protagonizará películas de Disney, el fitoplancton bate récords. Absorbe miles de millones de toneladas de CO2 cada año, dejando fuera de juego a una buena parte de nuestras emisiones. Todo gracias a los océanos. Por eso la creación de santuarios marinos puede ayudar a maximizar este efecto.
Y el agua de mar también…
Pero hay más. Bajo ciertas condiciones, el CO2 se disuelve naturalmente en el agua de mar y es arrastrado a las profundidades por las corrientes oceánicas, manteniéndolo fuera de la atmósfera a largo plazo.
Como este proceso ocurre muy despacio y en un área enorme, su efecto es más difícil de medir que el arduo trabajo del fitoplancton que habita en la superficie.
Además, debido a que ya hay demasiado carbono en la atmósfera, el agua de mar es más ácida, por lo que contengámonos antes de celebrar este servicio ambiental gratuito.
Aunque de lo que no hay duda es que se está bloqueando una gran cantidad de CO2 que de otro modo estaría causando problemas en la atmósfera.
Un gran ejemplo de cómo la relación entre clima y océanos es un win-win: luchar contra el cambio climático es bueno para los océanos y proteger los océanos es bueno para el clima.
No lo demos por sentado
La comunidad científica apunta que más del 90% del calor adicional generado por el cambio climático ha sido absorbido por los océanos.
Muchos de nosotros y nosotras estamos motivadas por salvar los delfines o las ballenas, una razón suficientemente importante. Pero conocer cómo el mar lucha contra el cambio climático debería impulsarnos más a proteger los océanos.
Vuelvo a repetir: para proteger los océanos necesitamos abordar el cambio climático, y para enfrentar el cambio climático necesitamos proteger los océanos.
Sin las corrientes y sin la habilidad de masticar carbono del fitoplancton, el mundo tendría temperaturas insoportables, así que no podemos dar por sentada su ayuda. Si los sistemas naturales de los océanos se desmantelan (y ya los hemos empujado demasiado hacia el abismo) dejarán de almacenar carbono y comenzarán a liberarlo. En ese momento se nos vendrá encima todo tipo de problemas.
Coste muy elevado
Esta función de los océanos nos ha ahorrado una gran cantidad de sequías y olas de calor, pero no durará por siempre y el coste será muy alto.
La enorme cantidad de calor extra añadido a los océanos ya está dañando a los seres que habitan los océanos, sobrealimentando a las tormentas como Gloria, destruyendo maravillas como la Gran Barrera de Coral y arruinando otros sistemas cruciales como las corrientes marinas.
Y una cosa más, quizáS todavía más preocupante: como el agua se expande a medida que se calienta, más calor significa un aumento del nivel del mar, con el consecuente peligro para las personas que viven en la costa y en islas.
¡Firma para pedir una red de santuarios marinos!
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